Efectivamente, así se hizo y con el mejor resultado, de manera que una vez que don Alonso, concluida la gestión, regresó a Sevilla, se halló con la desagradable sorpresa de que su sobrino se resistía a abandonar la sede que regenteaba, alegando que el arreglo había sido permanente. Para reducirlo, se hizo necesaria la intervención del Papa y hasta la del propio rey Enrique.
El joven, una vez que regresó a Santiago, terminó preso y sentenciado a cinco años de condena por otros delitos, pero su carrera continuó y llegó a ocupar los más altos cargos eclesiásticos, teniendo que ceder su arzobispado a su propio hijo.
De aquel suceso, muy comentado en su tiempo, nació el dicho que seguramente en su origen debió ser el que se fue "de" Sevilla, perdió su silla y no como lo conocemos hoy, el que se fue "a" Sevilla, perdió su silla, porque en realidad, don Alonso no fue a Sevilla sino a Santiago de Compostela, para lo cual debió irse de Sevilla y... dejar su silla.
Fuente: DEL DICHO AL HECHO...Profesor Esteban Giménez
Alonso I de Fonseca o Alonso de Fonseca y Ulloa, (Toro, Zamora, 1418 - Coca, Segovia, 1473), clérigo y arzobispo de Sevilla, español. Segundo hijo de la llamada Beatriz de Fonseca, hija del señor portugués de Olivenza, Pedro Rodríguez de Fonseca (? - Toro, Zamora, 1419) y de Juan Alonso de Ulloa, consejero real de Juan II de Castilla, que antepuso el apellido materno, al estilo portugués, como muchos eclesiásticos eminentes y hembras de la época.
Alonso I, fue Arcediano de Sanlés en la iglesia de Santiago de Compostela (A Coruña), Capellán Mayor del Infante Real Enrique; Abad de Valladolid, Deán de Zamora, Obispo de Ávila (de 7 Abril 1445 a Febrero de de 1454).
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Alonso_I_de_Fonseca
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