Bajar la caña

Si hubo algo que me cautivó cuando niño, ese ‘algo’ fue la pesca. Deporte unipersonal. Hombre o niño compitiendo contra un rival con idénticas huellas digitales y fecha de nacimiento. Presa oculta bajo el agua. Y la caña.
Sí, ese precioso instrumento de fibra de vidrio o carbono (o cualquier fibra que no fuera una de esas para colorear).
El aprendizaje y concreción de un tiro (lanzamiento) de la línea ‘de fondo’ o ‘de flote’ era –aaaaahhh!!!- una maravilla. Llegar a tirar ‘justo ahí, en la boca del pescado’. Una verdadera felicidad ribereña.
El día que escuché por primera vez la frase ‘bajar la caña’, mi ingenuidad constitucional agravada por la crianza típica dada a todo primer hijo, nieto, sobrino -y demás defectos congénitos con que he nacido-, no comprendía por qué se usaba dicha frase refiriéndose a una pareja (hombre-mujer) reciente y casualmente formada.
Ahora, miles (o millones) de años después, la ‘d’ final de mi ingenuidá’ ha sido derribada por esta excelentísima definición hallada por azar durante una nostálgica búsqueda de ‘técnicas de lanzado’ con caña de pescar en vuestro buscador favorito.
La sabiduría vino esta vez de la mano del “Mini Diccionario de Lunfardo” (Mini, de aquí en adelante) publicado por Colecciones Buenos Aires, un sitio web con el aval de la Secretaría de Cultura de la Nación (Argentina, por supuesto).
Y allí pude leer lo siguiente:

-bajar la caña.
1. Cobrar por algo un precio excesivo.
2. Poseer carnalmente a una mujer” (o a un hombre, agrego yo)

En un intento de traducir estas escuetas definiciones, propongo:
1. No necesita traducción.
2. Tampoco necesitaría, pero tratándose de un tema tabú, permítanme atreverme. Y la traduzco así: Cuando una ‘niña’ (o no tan niña) consigue el cometido de acostarse con un muchacho y viceversa (un viejo amigo del muchacho). (Cuando son varios seguidos, se dice “no deja títere con cabeza”).

Luego del esfuerzo traductoral, me surgió una pregunta inevitable: ¿Qué tiene que ver la caña con dos actos tan disímiles?
La respuesta del “Mini” no se hace esperar y está expresada así (con paréntesis y corchetes que llaman a ‘reserva y discreción’): “(Si no fuera tan nena le habría bajado la caña. 127/202). [Para interpretar este modismo conviene recordar la aguijada o picana que se baja sobre el buey para castigarlo, y también a la caña con que algunos cambalacheros bajaban las perchas con ropa de vestir destinadas a la venta]”.
Puede que esto corra para la acepción que lleva el as, pero ¿quién me explica el segundo significado?
Como ‘a falta de pan, buenas son las tortas’, intentaré hornear yo mismo un esponjoso pastel de definiciencia pretendidamente correcta para la acepción namber chú, de ignoto origen.
Y mis aproximaciones (no me cansaré de recordarles que si son del género f., siempre las prefiero de a muchas) se relacionan nuevamente con el deporte de la pesca.
La primera que me surge, tiene que ver con una técnica de recogimiento de la línea, en la que se realiza un movimiento descendente con la caña –hasta ese momento en posición casi vertical- llevándola a la posición (casi) horizontal, de manera de poder tomar impulso y elevarla repentinamente y con fuerza hacia su posición ‘anatómica’ original (sin ‘casi’). Con esto se consigue traer la ‘presa’ con mayor celeridad (Imaginen ustedes cuál puede ser la ‘presa’).
La segunda y última por hoy, no difiere tanto de la anterior, pero posee un orden diferente. En caso de ser una señorita la que ‘baja la caña’ al hombre - siendo este último el portador de ‘la caña’-… dejo a ustedes imaginar cuál podría ser esa ‘caña’ y a qué se llamaría en este caso ‘bajar’.
Dejo a vuestra más sincera creatividad, queridos lectores, la propuesta de participar aportando nuevos probables orígenes para la acepción que desentona.
Salut y disculpas por tanta implícita y grosera chabacanería!

Fuentes: Colecciones Buenos Aires
Foto: Iberimages

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bajar caña la oigo mucho cuando se le sugiere a alguien que trate de seducir a otra persona. Ello podría ser una caña de pescar? uno la baja para ver si pica.

Unknown dijo...

Los orígenes de los modismos son tan complejos como la gente misma. A fuerza de repetirse en entornos regionales y familiares,cada cual lo interpreta de acuerdo al contexto en que lo escuchó. En mi caso, Bogotá,Colombia, lo escuché y lo entendí como desenmascarar o poner en evidencia a un farsante.