Nueces para el amor y alcauciles para el olvido

Quizás tengamos que hablar del equilibrio, como aquella búsqueda inquieta o como destino en el final del camino. Camino de autopistas (el amor) y colectoras (el olvido) aunque en algunos casos las aclaraciones entre paréntesis pueden invertirse.
Cuentan que las nueces generarían vigor a la hora de hacer el amor, pero… ¿A que nuez se refieren: a la nuez como fruto seco o a la nuez de Adam?
Se supone que al fruto seco, una especie de viagra de antaño. Pero no vamos a privarnos de aprovechar esta sesión para realizar la siguiente asociación libre: nuez, Adam, Eva, fruto prohibido, manzana, sexo y amor.
Otros de los comentarios que se escucha con frecuencia en la cola de la caja para pagarle al chino del barrio es que aquellos hombres que tienen marcada la nuez de Adam están bien dotados sexualmente, entonces nuestra asociación libre comienza a tener de donde agarrarse, es decir, fundamentos un tanto más sólidos que divagues de trasnochados.
Entonces, vamos a meternos nada más y nada menos que con la fabula de Adam y Eva, porque nosotros no nos andamos con chiquitas señores jueces así que basta de acusarnos de estupro.
El árbol de la manzana es un invento, jamás existió. El árbol era un nogal, y Adam estuvo toda la tarde déle que te déle comiendo nueces lo que le provoco mirar a Eva con ojos lujuriosos. De la serpiente no tenemos ningún dato concreto excepto un rumor que indica que el primer hombre la uso para abrir las nueces enganchando sus dientes en el medio de la cáscara y tirando como quien destapa una cerveza.
Resuelta la primera parte de la frase de hoy, nos ocuparemos de los alcauciles.
¿Qué tienen que ver con alcauciles con el olvido? Básicamente nada, no son generadores naturales de amnesia. Pero uno puede comer alcauciles rellenos con tanto entusiasmo que durante su ingesta olvidara el resto del mundo.
No quisiera cerrar este texto, sin antes dedicárselo a la señorita que espero con un puñado de nueces en el bolsillo.

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