En otros tiempos, los cigarros puros se expendían en España en "atados" de seis unidades (y nunca mejor aplicado el término, debido a que estaban atados con una cinta) y desprovistos de cualquier envoltorio, lo que permitía al consumidor examinar minuciosamente el producto antes de comprarlo (observar el color, oler su aroma, contar las unidades...).
Un buen día, la Compañía Arrendataria de Tabacos resolvió anular este sistema y ofrecer los cigarros guardados en estuches que mostraban el contenido sólo a través de una pequeña abertura.
La innovación causó desagrado entre los fumadores, lo que motivó que se pusiera de moda la frase “tragar el paquete”, con la que se daba a entender que al usuario no le quedaba otra alternativa que aceptar como bueno -aunque no lo fuese- el tabaco empaquetado.
El dicho se extendió luego al uso general, justificando toda actitud arbitraria e inconsulta.
Fuente: Carlos Rivera
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