La tercera es la vencida

Expresión de tono optimista que asegura que, luego de haber fracasado en dos intentos, la próxima vez se logrará lo propuesto, por lo que se exhorta a la persona a perseverar en su esfuerzo.

El origen parece estar en el vocabulario de la lucha cuerpo a cuerpo (y en otras clases de enfrentamientos), en la que el luchador que derribaba tres veces a su adversario ganaba, aunque algunos sostienen que, primitivamente, se consideraba ganador al que mejor se desempeñaba en un total de tres juegos. Como vemos, siempre era el número tres el elegido.

En el ámbito de la Justicia de los siglos XVI y XVII, en la práctica procesal del derecho penal, se establecía la muerte al tercer robo, con lo que para el reo, al igual que para el luchador, la tercera, era la vencida.

Fuente: DEL DICHO AL HECHO... Profesor Esteban Giménez



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sobre vencedores y vencidos, se me ha venido a la mente un pasaje del libro que acabo de terminar, quisiera compartirlo con uds. Dice:

"Entre una considerable colección de armas poseía también un puñal valioso y bien pulido. Cada día me lo colocaba junto a la cama y, antes de apagar la luz, trataba de comprobar si era capaz de hundir un par de pulgadas en mi pecho aquella afilada punta. Pero como nunca lo conseguía, terminé por reírme de mí mismo, me libré de un golpe de todas mis payasadas hipocondríacas y decidí vivir."
Goethe, Autobiografia.

Asumo que conocen el autor y les recomiendo cualquier lectura que provenga de él, mas yo considero que cualquiera encuentra una segunda (o tercera) oportunidad para vencer.

Saludos.
Señorita Anónima.

Anónimo dijo...

Ahhh...mademoiselle Anonimá...la mort nos acecha de tan variadas formas...
Goethe tenía en su poder "una considerable colección de armas".
Quizás no sean necesarias a la hora de dejarse morir un poco.
Quizá, como dice Ud., "cualquiera encunetra...oportunidad para vencer".
Lo cierto es que tal vez todos nos hayamos dado por vencidos alguna que otra vez, para "surgir de las cenizas" (como el Gato Félix).
San Juan de la Cruz (1542-1591)hablaba de la "Noche Oscura" y en sus séptima y octava estrofas cantaba:
"El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme, y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado."

Merci beaucoup por sus reflexiones.
Salut!