El pez por la boca muere

Un nuevo 20 de junio se avecina y nosotros desde aquí lo conmemoraremos a nuestra manera como Frank Sinatra.
Estimados lectores, directivos, docentes y alumnos estamos hoy reunidos para recordar a un valiente que dio su vida en el campo de batalla por los colores patrios, que honro nuestro estandarte celeste y blanco, esos colores que hoy se lucen en nuestra bandera de ceremonias que es llevada a cabo por los alumnos: Athos, D’ Artagnan y Falucho.
Aquel frío junio de 1812 a orillas del Paraná...
tenía una cita con la historia a la que nunca falto, no así como la señorita que esperamos en vano durante dos horas con un ramo de flores en la esquina donde el frío sopla de tal manera que cuando nos damos vuelta para volvernos resignados descubrimos que todos los pétalos están en el piso y el papel celofán solo envuelve un tallo con espinas.
El Ejercito del Norte venia de sufrir una goleada en Huaqui por lo que el Triunvirato decidió alejar de su cargo al Chocho Llop y en su reemplazo asumió la dirección técnica Juan Manuel Belgrano.
El hombre impreso en los billetes de diez pesos argentinos tuvo que hacer hincapié en la parte anímica de sus soldados quienes estaban abatidos, por lo cual tuvo una serie de ocurrencia que a continuación les contaremos.
Convoco a empresarios, comerciantes, políticos en campaña y señoritas de dudosa reputación quienes ofrecieron diversos premios a cambio de una victoria del ejército de Belgrano.
Hacerles presenciar a su tropa una obra teatral con escenas conmovedoras para sentir cuanta gente esperaba una alegría de su parte
Y por último, mando a confeccionar una bandera con los colores del cielo nublado para que los represente.
Las dos primeras ideas fueron concretadas con cierta facilidad, sobretodo lo de las señoritas, pero a la hora de coser la bandera el General se encontró con el problema que por entonces no se habían inventado las agujas.
Apenado, JM se fue a caminar por la orilla del Paraná donde se encontró con los cocineros de la tropa quienes estaban pescando el almuerzo con mediomundo (cuando decimos mediomundo nos referimos al elemento que se usa para pescar, no es que los cocineros estaban acompañados por muchísima gente).
Pero entonces un grito que se inmortalizo casi tanto como aquel de “tierra a la vista” llego a los oídos de Belgrano y aquellas palabras no fueron otras que “¿y este que bicho es?”, así le dijo un cocinero al otro (nuestro departamento de investigación histórica no puedo hacerse con los nombres de estos próceres anónimos), el otro solo atino a levantar los hombros y poner cara de “y yo que se”. Belgrano se acerco y les dijo “Pedro y Pablo muéstrenme lo que han pescado” (NOTA: luego de estas palabras de Belgrano hemos decidido despedir a nuestro departamento de investigación histórica por ineptos). Los cocineros le enseñaron el contenido del mediomundo y JM dijo mientras se rascaba la cabeza “Que los pario Mendieta, que pez más raro este”.
El pez aun estaba vivo y fue llevado al campamento, en donde las señoritas de dudosa reputación aun insistían por pagar el premio por adelantado. Al llegar al lugar, Belgrano las hecho del lugar y se quedo contemplando en silencio el pez al mismo tiempo que le tiraba soda con un sifón Drago para mantenerlo con vida.
Al cuarto chorro de soda el General dijo “un vermut que con la garganta seca no puedo pensar” y tenia razón, JM conocedor como pocos de cómo saciar su sed de la intriga descubrió que si le colocaba una bobina de hilo en la aleta y estiraba la punta del hilo y se la enganchaba en ese largo pico podría utilizar al pez para coser la bandera celeste y blanca.
Hizo llamar a las chicas de dudosa reputación, que para entonces ya era de absoluta certeza para festejar su brillante idea y para que se encargaran de coser el estandarte patrio.
Fueron varios días de festejos y un par de horas de costura donde las señoritas conformaron un verdadero equipo de trabajo: una sujetaba al pez, otra la bobina de hilo en la aleta, otra cosía, otra le tiraba agua y quince seguían festejando. Pero todo tiene un final, todo termina, creía que el amor no tenia medidas pero lo que si tenia medidas fue la primera bandera albiceleste: 5 metros de largo x 3,5 de alto pero no pudo terminarse de coser porque en un descuido de las costureras, más precisamente de la que sostenía la bobina de hilo que se quiso sumar a los festejos patrios y soltó la bobina, la cual al tirar la punta del hilo desde el pico/aguja se metió en la boca del pez espada quien murió ahogado al trabársele la bobina de hilo en la garganta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy divertido e interesante el relato. Por qué no enseñaran la verdadera historia en la escuela? Jaja