Pedir Peras al Olmo

“Esperar en vano de alguien lo que naturalmente no puede provenir de su educación, de su carácter o de su conducta”, dice el DRAE (*).
Traducido al castellano, sería como “pedir algo imposible, algo que no es natural o querer exigir demasiado”, como dicen los colegas de Expresiones españolas para Erasmus en apuros (ver sitio).
Les aclaro que he debido cursar tres décadas en la carrera de Botánica para llegar a conocer el origen de la expresión. Lo bueno es que con esto de la Internet, he logrado reducir las tres décadas a un par de horas, navegando con el buscador que ustedes mismos hubiesen utilizado en mi lugar.
Es así como me he topado con dos amigos fieles del hombre de campo: el Ulmus minor Miller (foto), y el Pyrus communis.
Se equivocan aquellos que piensen que el primero es el hijo menor de padre anglosajón y madre latina y que el segundo es la traducción romana de ‘fuego común’.
Se trata del Olmo y el Peral, respectivamente. Árboles como no hay otros dos.
Como la vida en general se trata de dar frutos (o al menos a esto se dedica gran parte de los seres vivientes, sino todos), nuestros amigos troncudos no son para nada la excepción (salvo excepciones excepcionales).
El señor Peral (José Luis, en singular), da unos frutos comestibles y de hecho apetitosos, jugosos, aunque a menudo laxantes, conocidos como peras. Don Olmo (no confundir con el vecino de la otra calle), también da sus frutos, según dicen los especialistas aunque - permítanme disentir los eruditos - a mi me parecen más bien semillas, porque son unas cosas ovaladas planas y membranosas, semejantes a una sámara (**) aplastada - no hay duda que todos sabemos lo que es una sámara - con un ala orbicular que rodea completamente la semilla. Las mismas se encuentran agrupadas en ramilletes y , en caso de que cualquiera de ustedes encontrase tirada en el suelo alguna de estas rarezas, pensarían junto conmigo “¿qué clase de basura es esto?”.
Semejante horripilancia de aspecto y chatura, jamás estimularía a nadie (salvo bizarras excepciones) a darle un mordisco, a diferencia de las peras, con esa forma casi femenina, tersa piel y sedosidad al tacto.
Quizás por esta diferencia a la hora de tentarse es que ha surgido el dicho que involucra a todos estos elementos antes descritos.
Y como el que es-pera no es-manzana, pretender que esta explicación sea veraz, sería como “pedir peras al olmo”.
Salut!

Fuentes: Wikipedia, “Erasmus”, DRAE (*)
Imagen: Università della Terza Età di Cinisello Balsamo

Referencias:
(*)DRAE: abreviatura de ‘Diccionario de la Real Academia Española (de Lenguas)’.
(**) sámara: es un tipo de fruto en el que se desarrolla un ala aplanada de tejido fibroso y papiráceo a partir de la pared del ovario. Una sámara es un fruto seco indehiscente (que no se abre por una valva). La forma de la sámara favorece su dispersión por el viento o anemocoria. (Wikipedia) Es del tipo de frutos del fresno, el arce y el olmo, agrego yo.

5 comentarios:

Veronica dijo...

Mejor no pedimos nada. Mejores son las ansias de recibir todo lo humanamente posible.

Un abrazo, mi querido Athos.

Anónimo dijo...

Mademoiselle V.:
Ojalá pudiéramos no pedir, pero lo hacemos a menudo.
Y cuando no pedimos, ansiamos recibir.
No estoy seguro de si una cosa es mejor que la otra.
En ambos casos, nuestro ego es el que manda.
Humanos somos...
A mi modesto entender y sentir, mejores serían los anhelos de DAR todo lo humanamente posible, sin esperar recibir ni -mucho menos- pedir nada a cambio.
Gracias por sus participaciencias cotidianas.
Salut!

★ July in the sky with diamonds ★ dijo...

Clap Clap Clap ...
Muy buen post!
El problema de pedir peras al Olmo, puede deberse a sufrir de cierta miopía o astigmatismo. Y pedir aquello que uno cree ver, pero que no es...

Me alegra también su analogía de la pera con la ¨forma casi femenina¨, eso significa que no se ha topado con ningún durazno... je (cuak)
Saludos Sir Athos!
July.

Anónimo dijo...

Querida July:
Como siempre recibo gustoso sus halagos y le agradezco su comentario. Merci beaucoup!

Ahora... entre nos... Confieso que me he topado con más de un durazno.
¡Era cierto que tenían pelusa!
Mi predisposición alérgica me ha obligado a apartarlos y volver a las peras, más catárticas y estilizadas.
De todos modos uno de mis mayores placeres cotidianos sigue proviniendo -a pesar de los años o gracias a ellos- del interior de un "paquete de yerba" y de un refrigerador.
Bon apetit!
et...
Salut!

Anónimo dijo...

el refran menosprecia al olmo com si no diera nada....el olmo es fuerte , crece donde los demas no pueden, tiene la particularidad de que su raiz central muere a los 15 años para desarrollar las laterales, da sombra y si corteza es rica fuente para la industria farmaceutica....el peral, solo da peras..el olmo mucho mas..