Mucho ruido y pocas nueces

No es muy segura la procedencia de esta locución, aunque es sobradamente conocida en España una anécdota que podría explicar el origen del dicho.

Según relato del conde de Clonard, en 1597 las tropas españolas tomaron la ciudad francesa de Amiens, merced a una treta urdida por el capitán Hernán Tello de Portocarrero, que vistió de labradores a dieciséis de sus soldados que hablaban muy bien el francés.

Estos hombres penetraron en la ciudad provistos de sacos de nueces, cestos de manzanas y un carro de heno. Apenas entraron en la ciudad, uno de los soldados dejó caer voluntariamente uno de los sacos de nueces, lo que movió a los soldados franceses a recogerlas del suelo. Esta situación permitió a los españoles que sacaran sus armas de la carreta de heno y así consiguieron reducir a las tropas locales, permitiendo el asalto de una columna invasora.

Posteriormente, los franceses recobraron la plaza, pero la astucia de la estratagema habría dado origen al dicho “ser más el ruido que las nueces”.

Con el correr del tiempo, la frase pasó a formar parte del léxico popular, como manifestación de exagerada demostración de un hecho que no tiene tanta trascendencia.

Fuente : Profesor Esteban Jiménez

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