También fue la época de las primeras migraciones internas, provocadas por las victorias electorales de los unitarios contra los federales (para los más jóvenes les decimos que eran lo que son ahora “las populares” y “las divinas”), así fue como una familia harta de la dulzura de su Tucumán natal (para los lectores del extranjero le decimos que Tucumán es una provincia del norte de nuestro país, en donde los índices de diabetes son altísimos) se mudo a la Capital Federal que por esa época no estaba buena como lo esta ahora.
La familia que no se llama Ortega como muchos sospechaban sino que respondían al nombre (apellido) de los Baigorria, dicha familia estaba compuesta por el matrimonio de Maria y José, sus hijos por orden alfabético: Anabel, Belén, Carolina, Eva, Fabiana, Liliana, Maria Ángeles, Maria Claudia, Maria Marta, Noelia, Paula y Roberto, quien fue engendrado bajo el lema “hasta que no tengamos el varón no paramos”, también estaban los hermanos de José, Pedro y Pablo, la madre de todos ellos Emilce y la madre de Maria, quien respondía al nombre de Tita que viajo acompañada por su inseparable amiga de la infancia Rodesia Terra de Bussi (repudiable familia genocida de la provincia).
Todos ellos se instalaron en una pensión de la calle Casita de Tucumán al 900, según consta en el diario íntimo de una de las Maria, para no extrañar tanto. La pensión era un dormitorio de 8,75 metros por 12 metros, con un entre piso en donde solo cabía el colchón del matrimonio bíblico.
No fueron fáciles los primeros tiempos en la ciudad, tampoco lo fueron los últimos pero eso no nos incumbe ahora. Todas las hijas estaban en edad escolar, su padre de oficio carpintero se pasaba los días en un bar lamentando que no se le haya ocurrido a él la idea de darle vida a un muñeco de madera (idea que si tubo Yepeto al crear a Pinocho), sus tíos se ganaban la vida cantando en las paradas del tranvía, su madre se ocupaba de amamantar al pequeño Roberto, mientras que Tita y Rodesia no hacían nada todo el día. Así fue como harta y aburrida Tita se va una noche a bailar tangos a un bolichón por Congreso en donde es seducida por un apuesto anciano del quien no se tienen mayores datos, sí se sabe que un mozo los vio en un reservado dándole rienda suelta a la lujuria (con todas las limitaciones del caso). Al cabo de unas semanas Doña Tita se inflo cual globo en cumpleaños hasta que a los 9 meses dio a luz a un pequeño a quien bautizo como Ricardito. Con la llegada del bebe la familia debió mudarse a un duplex en Caballito en el cual vivieron hasta que la vida los fue llevando por caminos distintos.
La familia que no se llama Ortega como muchos sospechaban sino que respondían al nombre (apellido) de los Baigorria, dicha familia estaba compuesta por el matrimonio de Maria y José, sus hijos por orden alfabético: Anabel, Belén, Carolina, Eva, Fabiana, Liliana, Maria Ángeles, Maria Claudia, Maria Marta, Noelia, Paula y Roberto, quien fue engendrado bajo el lema “hasta que no tengamos el varón no paramos”, también estaban los hermanos de José, Pedro y Pablo, la madre de todos ellos Emilce y la madre de Maria, quien respondía al nombre de Tita que viajo acompañada por su inseparable amiga de la infancia Rodesia Terra de Bussi (repudiable familia genocida de la provincia).
Todos ellos se instalaron en una pensión de la calle Casita de Tucumán al 900, según consta en el diario íntimo de una de las Maria, para no extrañar tanto. La pensión era un dormitorio de 8,75 metros por 12 metros, con un entre piso en donde solo cabía el colchón del matrimonio bíblico.
No fueron fáciles los primeros tiempos en la ciudad, tampoco lo fueron los últimos pero eso no nos incumbe ahora. Todas las hijas estaban en edad escolar, su padre de oficio carpintero se pasaba los días en un bar lamentando que no se le haya ocurrido a él la idea de darle vida a un muñeco de madera (idea que si tubo Yepeto al crear a Pinocho), sus tíos se ganaban la vida cantando en las paradas del tranvía, su madre se ocupaba de amamantar al pequeño Roberto, mientras que Tita y Rodesia no hacían nada todo el día. Así fue como harta y aburrida Tita se va una noche a bailar tangos a un bolichón por Congreso en donde es seducida por un apuesto anciano del quien no se tienen mayores datos, sí se sabe que un mozo los vio en un reservado dándole rienda suelta a la lujuria (con todas las limitaciones del caso). Al cabo de unas semanas Doña Tita se inflo cual globo en cumpleaños hasta que a los 9 meses dio a luz a un pequeño a quien bautizo como Ricardito. Con la llegada del bebe la familia debió mudarse a un duplex en Caballito en el cual vivieron hasta que la vida los fue llevando por caminos distintos.
3 comentarios:
"Las populares y las divinas, ja ja ja, eso sí que es gracioso".
La pequeña gran G dix it
"Familia numerosa, ja ja ja. La familia no se llama Ortega, ja ja ja. Rodesia Terra de Bussi, ja ja ja ja ja ja ja jay".
Noriten dix it
Para elogiarle, mon ami, hacen falta "más que palabras".
Siga así que necesitamos de su creatividad.
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