De ahí, que a esa prenda se le llamase saco bendito, denominación que más tarde, derivó en las formas san bendito y, finalmente, sambenito.
Este hábito -que, en realidad, era una réplica del saco de penitencia usado por los penitentes de la Iglesia primitiva- consistía en una especie de escapulario de lana amarilla con la cruz de San Andrés, llamas de fuego y otros jeroglíficos estampados en la superficie.
Pero, respecto de la etimología de la palabra, hay quienes sostienen que proviene del nombre de San Benito, cuyo significado pasó por designar primero al "escapulario benedictino", luego al "escapulario que se ponía a los condenados por la Inquisición" y finalmente, "signo de infamia".
El objetivo de penitencia de este atuendo dio origen al dicho popular cargar o colgar a uno el sambenito, con el que se expresa el acto de echar sobre alguien una culpa que no merece, como cuando decimos comerse un garrón, en alusión a idéntica situación.
Fuente: BELCA
El sambenito es una prenda utilizada originalmente por los penitentes cristianos para mostrar público arrepentimiento por sus pecados, y más adelante por la Inquisición para humillar a los condenados por delitos religiosos.
En origen se trataba un saco de lana bendecido por el cura, de donde viene el nombre de saco benito que da lugar a sambenito por asimilación fonética con San Benito. El sambenito usado por la Inquisición era una especie de gran escapulario con forma de poncho. Estaba hecho con una tela rectangular con un agujero para pasar la cabeza, que una vez puesta le llegaba al condenado hasta poco más abajo de la cintura por el frente y por la espalda, dejando los hombros al descubierto. El sambenito solía llevar motivos que aludían a la condena: una cruz de San AndrésPalma de Mallorca, que originaron el asunto de los chuetas (personas marginadas por ser familiares de los condenados). Los reos eran paseados por la ciudad descalzos, vistiendo el sambenito y con un gran cirio en el caso de los delitos leves, demonios y llamas en los delitos más graves que se castigaban con la muerte en la hoguera. Muchas veces llevaban escrito el nombre del condenado, como en el caso de los famosos sambenitos de la iglesia de Santo Domingo de encendido en la mano. El sambenito a menudo era expuesto públicamente tras la ejecución de la sentencia para que sirviera de memoria y ejemplo.
En la actualidad se utilizan expresiones como "llevar un sambenito" o "cargar a alguien un sambenito" con el significado de cargar con una culpa inmerecida.
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