
Es Orlando quien nos llevará de la mano (con la
primera que le quede libre) por la vereda de la ignorancia hasta dejarnos cara
a cara con el conocimiento y al final saber el origen, como llegó hasta
nuestros días este dicho popular.
Tacuarembó, el siglo XX daba sus primeros pasos
y los tenía que dar con botas para lluvia porque las inundaciones se hacían
sentir con fuerza en este departamento de la República Oriental
del Uruguay. Con la ñata contra el vidrio, pero del lado de adentro un joven de
origen polémico buscaba reflejarse en la ventana para peinarse bien la raya al
medio. Si, estimado lector ese joven era el zorzal criollo.
Carlos, Carlitos tarareaba algo parecido a lo
que años después sería la marcha peronista con una mueca de tristeza por no
poder salir a la vereda a jugar a la pelota con los amigos del barrio. Cabe
destacar que los límites entre la vereda y la calle no estaban muy claros lo
cual generaban más de un conflicto futbolero y vial.
Su madre, no
la suya lector sino la de Carlitos, le decía a su hijo, no señor su hijo no al hijo de ella es decir
a Carlos, mire si sigue interrumpiendo a cada rato dejamos esto aca y se va a
cantarle a Gardel….así esta mejor.
La madre de Carlitos le decía que tenga
paciencia, que la lluvia no sería eterna, que no hay mal que dure cien años, que
cien años de perdón tenían los ladrones que le robaban a sus colegas y que más
vale pájaro en mano que cien volando…porque volar es peligroso.
El zorzal criollo pensaba cuanto tiempo tendría
que esperar para que dejara de llover y para que aparezca un sitio web que le
explique todas esas frases que su madre le decía. Por supuesto que el sol volvió
antes de la llegada de internet y que después hubo que esperar unos días más hasta
que el barro se vuelva tierra para que se pueda jugar a la pelota.
La madre de Gardel aprovechó todos esos días
para bordarle el número 10 a
la camiseta del Racing Club de Avellaneda con la que su hijo gambetearía
vecinos y que estrenó aquella siesta de martes, donde la sonrisa de Gardel
volvió a brillar bajo el sol de Tacuarembó. Antes de salir de su casa, el hijo
pródigo saludo a su madre quien le dijo “vió mi hijo… siempre que llovió, paró”.
Aquel partido Gardel se dio cuenta que lo suyo
no era el fútbol sino el canto, aquella tarde el deporte no perdió nada en
cambio la música ganó por goleada.
2 comentarios:
ES MUY BUENA LA EXPLICACIÓN SOBRE ESTE DICHO, PERO ACÁ EN CHILE, JAMÁS LO ESCUCHÉ. Muy divertidas las "deficiencias". Gracias. Santiago de Chile, 12.06.17
No es para Chile es para Uruguay
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