Meterse en un laberinto

Esta expresión popular indica estar en una situación comprometida o de difícil solución. Aplícase a las conductas imprudentes o a los discursos cuya evolución se va complicando a medida que avanzan, al igual que la ya publicada "Meterse en camisas de once varas".
El laberinto ha sido, desde la Antigüedad, un símbolo del estado del hombre en el mundo. Elaborado como un juego, como un enigma o como una trampa, el laberinto ha ejercido una poderosa influencia sobre el ser humano. La invención del laberinto se atribuye a Dédalo, escultor y arquitecto y personaje mitológico, hijo de Alcipe y Eupálamo. Expulsado de Atenas por la acusación de haber asesinado a su sobrino, se estableció en Creta donde inventó diversos ingenios, tales como el autómata de Talos y muy especialmente el Laberinto, un conjunto de corredores y pasadizos subterráneos tan bien ensamblados y organizados que quien en el penetraba no podía salir.

Fuente: Carlos Rivera

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mon ami!

Propongo un equivalente. Ud. dirá si cabe o no. Quizás amerite una publicación aparte en el futuro.

La presunta frase sinónima es: "Entrar en un callejón sin salida".

Tal vez alguno de nuestros lectores sepa de algún otro pariente cercano de estos dichos y desee desasnarnos, antes de que esta publicación siga el mismo curso descendentemente vertiginoso hacia los sótanos de Definiciencia, como lo han hecho sus predecesoras.

Felicitaciones por su entusiasmo. Ud. si que no se encanuta nada, mon chéri.

Salut!