Cuando mengua la luna, no comiences cosa alguna

Este proverbio se basa en una creencia supersticiosa que aún subsiste en algunos lugares de España. Proviene de una supuesta historia referida al rey Felipe II, que se hallaba tan deprimido en cierta ocasión que no hubo más remedio que llamar a consulta al afamado médico burgalés Francisco Vallés, quien, después de reconocer al paciente, ordenó que le fuese administrado un poderoso purgante, para gran escándalo de los médicos de cámara.
Vallés comprendió de inmediato cuál era la razón para tanto escrúpulo por parte de sus colegas (la posición desfavorable de la Luna) y cerrando los postigos, dijo: "Yo mismo, descuidad, daré tan quedo a su Majestad la pócima que ni la propia Luna se enterará".

Fuente: Carlos Rivera

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