Gato negro trae la mala suerte

Entre las supersticiones, el temor a un gato negro que se cruce en nuestro camino es de origen más bien reciente. Asimismo, se opone por completo al lugar preferente ocupado por el gato, cuando fue domesticado por primera vez en Egipto, unos 5.000 años. Todos los gatos, incluidos los negros, eran tenidos en muy alta estima por los antiguos egipcios, y la ley les protegía contra los malos tratos y la muerte.
Tal era la idolatría que inspiraba el gato, que la muerte de uno de estos animales hacia que toda la familia que le había albergado le guardara luto, y tanto ricos como pobres embalsamaban los cadáveres de sus gatos con el mayor lujo, envolviéndolos con un fino lienzo y colocándolos en sarcófagos de materiales valiosos, como el bronce e incluso la madera, todo un lujo en un Egipto tan pobre en árboles.
Los arqueólogos han exhumado cementerios enteros de gatos momificados en los que abundaban los negros. Impresionados por la supervivencia del gato, animal capaz de soportar numerosas caídas desde gran altura y salir ileso de ellas, los egipcios originaron la creencia de que el gato tiene siete vidas, e incluso nueve según otros.
La popularidad del gato se extendió rápidamente a través de las civilizaciones. Textos en sánscrito que cuentan más de dos mil años de antigüedad hablan del papel de los gatos en la sociedad india. En China, hace unos 2.,500 años, Confucio tenía un gato como animal de compañía predilecto.
Alrededor del año 600 de nuestra era, el profeta Mahoma predicaba con un gato en sus brazos y, más o menos en la misma época, los japoneses empezaron a mantener gatos en sus pagodas para proteger los manuscritos sagrados.
En aquellos siglos, el hecho de que un gato se cruzara en el camino de una persona era signo de buena suerte. El temor a los gatos, especialmente a los negros, surgió en Europa durante la Edad Media, particularmente en Inglaterra.
La característica independencia del gato, junto con su testarudez y su afición al robo, unida al repentino aumento de su población en las grandes ciudades, contribuyeron a su caída en desgracia. Los gatos callejeros eran alimentados a menudo por ancianas pobres y solitarias, y cuando se propagó en Europa una oleada de histeria, en la que muchas de esas mujeres carentes de hogar fueron acusadas de practicar la magia negra, los gatos que les hacían compañía —especialmente los negros— fueron considerados culpables de brujería por asociación de ideas.
En Francia, millares de gatos eran quemados mensualmente hasta que, en la década de 1630, el rey Luis XIII puso fin a esta vergonzosa práctica. Dado el largo tiempo —varios siglos— durante el cual los gatos negros fueron sacrificados en toda Europa, es sorprendente que el gen del color negro no se extinguiera en esa especie... a no ser que el gato realmente tenga siete vidas.

Fuente: Tinet

No hay comentarios.: