Tener muchos humos

Humos de colores
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Tener (o darse) (muchos) humos son diferentes variedades de una misma locución. Se se aplica al pretencioso que presume o se vanagloria sin tener motivos para ello, que exagera la propia importancia y menosprecia a los demás. En resumen: se aplica al vanidoso, pretencioso y altivo.
El origen de la expresión hay que buscarlo en el antiguo mundo grecolatino, en el que se veneraba a los Lares del hogar y a los Manes o almas de los muertos, encendiendo en sus altares domésticos el fuego sagrado y quemando incienso en los patios de las casas.
Ocurre que, cuando una familia contaba entre sus difuntos con personajes que fueron poderosos en vida, este uso se exageraba sobremanera, y se llenaba la casa de incensarios y de humo que ennegrecían los bustos. Gesto que los demás —más humildes— consideraban presuntuoso, pues se daba más a menudo en las familias venidas a menos, que rememoraban así su más glorioso pasado.
Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana escribe:
“Tener muchos humos: tener gran presunción y altiveza. Los retratos e imágenes de sus mayores, que tenían los romanos en los atrios, como dezir agora en la sala de los linajes, les davan por epícteto humosas, o por esta vanidad o presunción, o porque estavan del tiempo denegridas y llenas de humo. A lo qual parece aludir Juvenal, quando dice: Fumosos equitum cum dictatore magistros.
En esta explicación se apunta también al carácter vano del humo en sí. Es decir, mucho volumen y aparatosidad para muy poco peso y sustancia, un mucho ruido y pocas nueces. Por lo que se suele decir que el vanidoso está hinchado o inflado de algo con tan poca sustancia como el propio aire.
Fuente: 1de3
Los Lares
Los lares eran divinidades romanas hijos de la náyade Lara y el dios Mercurio cuyo origen se encuentra en los cultos etruscos a los dioses familiares.
La religión de la antigua Roma presentaba dos vertientes: por un lado, los cultos públicos o estatales y, por otro, los cultos privados o domésticos. Dentro de ésta segunda vertiente se sitúa la adoración de los llamados dii familiaris o dioses de la familia. Entre estos se encuentran los lares loci, cuya función primordial era velar por el territorio en que se encontraba la casa familiar. Tanto es así, que antes de que la propiedad privada fuese regulada por el derecho, eran los dioses lares los encargados de evitar que los extraños se adentrasen en tierras ajenas mediante, según la creencia popular, la amenaza de enfermedades que podían llegar a ser mortales.
Las familias romanas sentían una gran veneración por los lares, que representaban en forma de pequeñas estatuas. Éstas se colocaban tanto dentro como fuera de la casa en pequeños altares llamados lararia (sg. lararium), donde se realizaban ofrendas o se les rendía oración. En la casas (sg. domus), el larario solía situarse en el atrio, lo más cerca posible de la puerta principal. En el caso de los apartamentos (pl. insulae), el lararium se colocaba cerca de la cocina, aunque en una misma casa podían existir varios y no era extraño que se encontrasen en los dormitorios. Lo que era importante, sin embargo, es que no estuviesen en lugares poco transitados o escondidos, con el fin de que no fuesen ignorados u olvidados.
En los primeros tiempos romanos cada casa tenía al menos una estatuilla, más adelante surge cierta confusión entre éstas y las de los manes, almas de los antepasados muertos.


Tipos de Lares

  • Lares Compitales: de las encrucijadas.
  • Lares Domestici: de la casa
  • Lares Familiares: de la familia.
  • Lares Permarini: del mar
  • Lares Rurales: de la tierra.
  • Lares Viales: de los viajeros.
Fuente: Wikipedia

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